domingo, 20 de mayo de 2012

¿Pensamos mucho y sentimos muy poco? ¿Sentimos mucho y pensamos muy poco?

Atravesando una época de resentimiento social, ante muchos y de los más diversos motivos, continuaré ofreciendo una crítica más, procediendo mi anterior entrada "el valor de todo o nada".

En esta ocasión trataré el tema del perfecto equilibrio entre el sentimiento y el pensamiento pues, en muchas ocasiones, parece que tendemos por un extremo olvidando la riqueza y el valor del otro.

Para comenzar, ¿cuántos de ustedes han estado días y días habitando en lo más profundo de su depresión ante un acto pasado e inevitable, como la ruptura de una relación, la muerte de un ser querido o un irrevocable fallo en un examen? ¿Quiénes han olvidado lo maravilloso de sentir, de percibir la belleza o el calor de un ser querido, de escuchar una bella pieza musical o de una cálida lectura ante una estival puesta de sol?

Bien, en el primer caso, sin duda nos hemos olvidado de pensar, razonar y darnos cuenta de que nuestro sufrimiento no sirve para nada. Lo hecho hecho está y lo pasado ha de permanecer allí, en el pasado pues, por mucho que lo intentemos, jamás podremos solucionar los errores y, por eso mismo, sufrir no arregla nada.

En el segundo caso asistimos al fenómeno contrario, una prolongada dedicación intelectual puede conllevar a una completa "apathía", pérdida de sensibilidad y de todo valor moral.

¿Qué sentido tiene, pues, vivir sin disfrutar bien de uno, bien de otro, de los aspectos clave y exclusivos que nos hacen personas? ¿Puede decirse que en los ejemplos anteriores no nos estamos "autorrealizando"? ¿No estamos desempeñando todas nuestras funciones propias? ¿Acaso me atrevería a decir que esos "seres" han dejado de ser personas? Pues sí, rotundamente lo afirmo.

Existen, además, una serie de personas, a las cuales no soporto, que continuamente atacan y critican a las religiones. Ojo, no estoy afirmando con ello que las apoye tenzamente, es mas, muchas de ellas han cometido hechos detestables en contra de los otros, actos de dogmatismo que, al igual que en política, llevan a afirmar que su creencia o ideología son las mejores y, las demás, malas, perjudiciales, basura... Fuera de ésto, considero que una religión, fuera de la fe (sentimiento que defiendo y creo que sí existe, pero que hay que encontrarlo y descubrirlo), es una fuente de valores morales y correctas enseñanzas que pueden enternecernos, agrandarnos y hacernos humanos, muy humanos. 

Sin duda me gustaría ver como gente atea y anti-católica, que no hace más que atacar a la iglesia y sus supuestos casos de "pedofilia", si se viesen sin trabajo, dinero y comida, acudirían a Caritas, albergues y comedores cristianos que tienen como función ayudar a los más desfavorecidos. Ellos no cierran las puertas a un "ateo". Un "ateo" sí se las cierra a una religión.

Un acto de inhumanidad, ignorancia y, por qué no decirlo, dogmatismo también, es el de rechazar a primeras cualquier cosa que no se avenga a nuestros ideales. La riqueza de la humanidad es la variedad. El hombre inteligente es el que se pone en todas las posibles situaciones y considera las distintas opiniones.

Volviendo al hilo conductor y como decía anteriormente, el valor de la humanidad ha de estar en el sentimiento y la razón unidas. Es más, afirmar que el sentimiento prima sobre la razón tampoco sería un error.  La felicidad puede alcanzarse sin ejercer la razón, un eremita viviendo en perfecta paz y armonía con la naturaleza, estoy seguro de que experimentará un mayor sentimiendo de felicidad que un científico consagrado a la observación de aminoácidos en su microscopio electrónico; siempre y cuando haya adquirido una cierta experiencia vital que le permita ser consciente de su situación para poder sentir.

Otro problema es el valor y sentido que se les da a los sentimientos. ¿Cómo es posible que una persona pase de decir te amo de una persona a otra en dos horas? ¿Su sentimiento es ilusorio? ¿Existe de verdad? ¿Cree que lo que experimenta es amor, o es que nunca ha amado de verdad? Quizá sea un niñato/a que lo único que quiere es tener una relación para estirar el cuello... y de ahí volvemos a mi anterior artículo.

Lo que está claro es que una sociedad no puede estar regida por autómatas insensibles, pues siempre habrá desfavorecidos a los que habrá que ayudar y tener en cuenta. Seamos un poco utilitaristas. Pero tampoco puede regirse por el extremo sentimentalismo. No podemos dar toda nuestra fortuna al primer mendigo que veamos. Las cosas en su justa medida. El equilibrio hace la riqueza. El equilibrio hace al hombre. ¿Por qué no decirlo? Seamos humanos. Seamos mente y corazón.




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