martes, 7 de octubre de 2014

Enredados (alturas).

Suena el despertador a las 07.30 de la mañana. De un salto te levantas de la cama, no tienes tiempo si quiera para recordar que eso significa que estás vivo. Acto seguido te vistes y corres a la cocina para calentar la leche o el café en el microondas. Mientras tanto, vas al baño y aprovechas para acicalarte; no puedes permitirte perder ni un minuto. Desayunas lo más rápido que puedes, coges los libros y sales corriendo para la facultad o hacia tu lugar de trabajo. Atraviesas calles como un autómata mientras terminas de tragar la comida, todavía quedan restos en tu boca. No prestas ninguna clase de atención a tu alrededor. Te cruzas con edificios, con coches, con personas. Nada importa. Sólo piensas en ti, en llegar a tu hora, en aprovechar el rato de camino para acabar de despertarte. Una vez llegas, sólo sientes que tienes que producir: aprovechar al máximo las clases para obtener la máxima información, estudiar el resto del tiempo, sacar la máxima nota en el examen, aumentar los beneficios de la empresa. Por suerte, la mañana se acaba y, si por la tarde no tienes ya nada que hacer ahí, vuelves a casa. Pero lo haces de nuevo, vuelves corriendo, vas hambriento, sólo quieres llegar lo antes posible para comer, cuanto antes. La tarde será larga, pero cuanto más tiempo tengas para estudiar, mejor. Por eso comes rápido y mal. Por eso apenas charlas con los que te rodean si tienes la fortuna de comer acompañado. Acabas, descansas unos minutos y te pones manos a la obra de nuevo. Así termina la tarde, te sientes realizado. Has cumplido. Has producido... ¿Para quién?. Estás muerto, cenas y te vas a la cama. Estás vacío emocionalmente, no has crecido como persona, no sabes nada. Así cada día. Así día tras día. 

Hoy no ha sido esa clase de día. Hoy, cual Fermín de Pas, me he visto empujado, obligado por ciertas necesidades que no vienen al cuento a subir a las alturas. Pero no ha sido para satisfacer mi ego. No ha sido para sentirme superior, para mirar al mundo desde los ojos de un ave de rapiña y sentir que lo devoro. Ha sido para observar, para pensar, para reflexionar...

¿Lo primero que ves? Una gran ciudad. Pilas y pilas de casas y edificios que se extienden hasta el fin. Nada humano, sólo hormigón, ansias de crecer, ansias de producir, ansias de triunfar sobre los elementos. Hasta aquí nada distinto... Pero bajas un poco la mirada... ¿Y qué observas? Son coches, son personas, una ciudad en miniatura, una maqueta, un mundo vivo. Un mundo luchando por sentirse productivo, por realizarse día a día, por contribuir para el sistema, por alienarse, por deshumanizarse. Eso es. Lo mismo que siento día a día. Lo mismo que hago día a día. Pero hoy ha sido diferente. Hoy no lo he observado desde dentro, sino desde fuera. Esta vez no tenía prisa por llegar o por hacer alguna determinada cosa. Hoy simplemente quería ver cómo se desenvolvían. ¿Para qué? ¿Por qué? Porque es necesario comprender y conocer qué es lo que sucede.Ppara tener una visión crítica, para entender al ser humano, para luchar. 

Y una vez manos a la obra, siendo éste el principal motivo, se me ocurre reflexionar sobre la salud, el ámbito que me atañe y sobre el que cada día voy adquieriendo más formación y valores para, algún día, no ser un profesional, sino ser un verdadero profesional. Y lo primero que me viene a la cabeza es qué entenderán ellos por salud. Si día a día no tienen tiempo para ellos mismos... ¿Lo van a tener para la salud? ¿Se preocupan realmente por la salud? ¿Es uno de sus principales objetivos?

No... Ésta sólo aparece y pasa a ser un motivo preocupante cuando se pierde, cuando sentimos la amenaza cercana, cuando comenzamos a estigmatizarnos y a sentirnos culpables. Es ahí cuando realizamos una de las pocas -pero tan necesarias- introspecciones que llevaremos a cabo en nuestra vida. Comenzamos a buscar una causa, comenzamos a darle vueltas a la cabeza. ¿Fueron correctos mis hábitos? ¿Debería haber dejado de fumar y de beber hace tanto tiempo...? ¿Debería haber evitado trabajar en ese ambiente tan nocivo? Así, empezamos a buscar una causa que nos haga responsables directos de nuesto mal. Pero esto duele. Vemos amenazada nuestra identidad. No nos gusta que nos culpabilicen, mucho menos que lo hagamos nosotros mismos. Y por eso dejamos de responsabilizarnos para echar as culpas a nuestra herencia o a nuestro entorno... Igual mis padres me transmitieron esta mutación y por eso ahora tengo este cáncer. Vaya... será que la culpa ahora es sólo de ellos. O quizá tuvieron la culpa aquellos médicos que no me realizaron el escáner porque, su buena profesionalidad y criterio, les indicaba que no era para nada necesario. O igual las autoridades sanitarias se equivocaron al aprobar tal ley o decretar aquella medida tan polémica.

Hoy era el mejor día para llevar a cabo estas reflexiones. Un día tan señalado como el de hoy, en el que España ha pasado a centrar toda la atención internacional por el contagio de ébola a una enfermera. Es ahora cuando el pánico cunde entre la población. Es ahora cuando todos nos comprometemos con la salud -con nuestra salud- y ésta pasa a ocupar todos los primeros planos. Es ahora cuando ese automatismo, cuando esa maquinaria social perfecta que rige el día a día y que contribuye al sistema se paraliza. Es ahora cuando la red se destruye.




sábado, 4 de octubre de 2014

Airegin (Spiral).


Las notas entran en mi cabeza
como un torbellino imparable
se repiten una y otra vez
el mismo patrón, siempre la misma melodía
me arrastran a algo
no tengo muy claro a qué.

Es algo que no puedo explicar
algo que viene de dentro, de la tierra
es duende, es vida.


La misma melodía, siempre el mismo patrón
es algo que no puedo explicar
como un torbellino imparable
las notas entran en mi cabeza
me arrastran a algo
se repiten una y otra vez.

Algo que viene de dentro, de la tierra
es duende, es vida
no tengo muy claro qué.


Como si fuese una espiral
me estoy viendo empujado hacia el centro
es un torbellino imparable
no veo el final ni sé qué esconde
el principio ya queda demasiado lejos
sólo sé que voy a alguna parte.

No sé a dónde
no tengo muy claro a qué.

Adelante.



¿Sabes? No me importa ser diferente, intentar ser justo
hacer las cosas bien; hacerlas a mi manera.
No tengo reparos en que me critiquen
que me llamen tonto,
ingenuo, inocente.
Tengo la certeza de que todo sirve
de que algo cala en los demás
aunque no se den cuenta.

Cada vez que todos se ponen en contra
que no apoyan nada de lo que hago
que no me dan su calor, su cariño.
Tío, eso es de locos, eso no es así
nunca conseguirás cambiar nada.
Eso no está bien, eres raro
te sientes solo, nadie te sigue
quieres ser antorcha entre la oscuridad.

Que os jodan a todos
voy a seguir siendo yo mismo adelante.
Haciendo a mi manera.
Sé que está bien. Me basta.